Desde hace un tiempo, dejé atrás el desarrollo de software para convertirme en Engineering Lead y, aunque en cada empresa este rol se interpreta de una manera distinta, a mí me suele gustar resumirlo en dos puntos clave: la gestión de personas y la entrega técnica del equipo.

Con respecto a la gestión de personas: formo parte de un equipo de doce personas, de las cuales, ocho de ellas están bajo mi cargo. Tengo reuniones periódicas con cada una de ellas en dónde trabajamos distintos puntos como pueden ser la identificación de posibles conflictos tanto individuales como de equipo, intercambiamos feedback, listamos tareas u objetivos para los siguientes meetings, hacemos un reporte del progreso del plan de carrera y de crecimiento personal.

Sobre la entrega técnica, tengo que destacar que no soy una líder “hands-on”, es decir: no programo, pero eso no significa que me mantenga alejada del código: reviso pull requests y participo en los refinements técnicos del equipo.

Trabajo mano a mano con el product manager y, de manera puntual, con el equipo de diseño. También me encargo de alinearme con otros equipos cuando existen dependencias o estamos trabajando en algún desarrollo conjunto. Todas estas interacciones suelen hacerse en reuniones o por Slack, rara vez utilizamos el correo electrónico para comunicarnos.

Mi mayor desafío ahora mismo es encontrar huecos en mi calendario entre una reunión y otra, no perder el foco y estar siempre disponible para el equipo. Es un trabajo que exige mucha carga mental y hay veces que terminas el día con la sensación de no haber hecho “nada” porque no tienes forma de medirlo. A diferencia de una posición de software donde la recompensa es inmediata, en el mundo del management podemos tardar meses en ver los resultados, incluso pueden no llegar. Por lo que me está siendo de gran ayuda trabajar la paciencia y la confianza en el proceso.